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jueves, 28 de febrero de 2008

Ahora resulta

Alfonso Romero Hernández
Escritor - Permanente

Llama la atención las reacciones que grupos religiosos han tenido respecto de un libro publicado en Alemania orientado a los niños y que cuestiona a la religión, expresamente a los tres monoteísmos más importantes. Ya en este espacio nos hemos referido al hecho de que inculcar creencias irracionales, supersticiones religiosas a los niños es una forma de abuso toda vez que el infante carece del conocimiento, la experiencia y la capacidad selectiva para tomar una decisión al respecto, pero más aún, musulmanes y judíos se siente ofendidos por considerar que el autor del libro es antisemita, sin reparar en el hecho de que tanto judíos como musulmanes se expresan siempre en términos no sólo despectivos sino ofensivos de los ateos a quienes consideran punto menos que abominables. ¿Acuñaremos el término "antiateístas"?.

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martes, 26 de febrero de 2008

Nietzsche

lunes, 25 de febrero de 2008

dios, dioses y sin dios.

El multifacético y talentoso polígrafo y artista Yibrán Jalil Yibrán escribió entre muchos otros textos que se ocupan de la idea de dios el cuento "Tres dioses y ninguno". Hoy compartimos con ustedes ese texto que mantiene su vigencia con contundente claridad.

Tres dioses y ninguno
(Gibrán Jalil Gibrán)

En la ciudad de Kilafis un sofista se paró sobre los escalones del Templo y predicó sobre varios dioses. Y el pueblo dijo en sus corazones: "Sabemos todo esto. ¿Acaso no viven con nosotros y nos siguen doquiera que vayamos?"

No mucho después, otro hombre de pie en la plaza del mercado habló así a la gente:

-Dios no existe.

Y varios de los que escuchaban se alegraron con sus relatos, pues temían a los dioses.

Y un día llegó un hombre muy elocuente y dijo:

-Sólo existe un Dios.

Y entonces todo el pueblo se acongojó, pues en sus corazones temían al juicio de un Dios más que al de varios dioses.

Por aquella misma época apareció otro hombre y dijo al pueblo:

-Hay tres dioses y habitan en el viento como uno solo, y tienen una grande y agraciada madre que es a la vez su compañera y hermana.

Entonces todos se sintieron reconfortados, pues en secreto se decían: "Tres dioses en uno deben desaprobar nuestras fallas, pero también su agraciada madre será seguramente la abogada de nuestras pobres debilidades".

Aún hoy día en la ciudad de Kilafis, hay quienes pelean y discuten entre sí sobre la existencia de varios dioses y ninguno, y sobre un dios y tres dioses en uno y acerca de cierta agraciada madre de los dioses.

FIN



jueves, 21 de febrero de 2008

3,9 Millones de dólares para saber ¿Por qué la gente cree en dios?


Numerosos científicos, filósofos y hasta poetas se han hecho la pregunta: ¿Por qué hay gente que cree en dios? Algunos la han contestado diciendo que es parte del instinto de supervivencia ya que las religiones siempre buscan cubrir de manera inmediata las preocupaciones y las dudas no resueltas o no tan fáciles de resolver; otras razones que han dado es la cualidad del cerebro para sentirse protegido y parte de un todo, como una muleta para poder sobresalir o alcanzar ciertas mentas. Científicos Neurólogos han visto qué sucede en el cerebro cuando un ser humano medita o reza, descubriendo que el cerebro cae en una especie de hibernación controlada, que le permite dejar de hacer uso de algunas de sus capacidades y concentrarse en otras no tan adiestradas, por lo que la meditación y hasta la oración son beneficiosas para la salud física y mental.

Para resolver de una vez por todas esta pregunta la Fundación John Templeton (una organización filantrópica con sede en U.S.A.) ha financiado un proyecto de 2 millones de libras (3,9 Millones de dólares) en un estudio de tres años llevado a cabo por la Universidad de Oxford; la beca otorgada al Centro lan Ramsey para la Ciencia y la Religión reunirá a Antropólogos, filósofos, teólogos, y más estudiosos, para entender esta tendencia humana.

Será una investigación larga, la mayoría de las culturas han creado a sus dioses en base a sus necesidades, ya sea creando un dios del agua, un único dios guiador, y hasta un hombre-dios sacrificado por la “salvación humana”. Los religiosos dicen que no tienen por qué justificar sus creencias, que ellos sólo creen por medio de fe, en cambio los no religiosos: ateos y agnósticos necesitan esa justificación, como los científicos.

Esto me hace recordar un poema de Mario Benedetti:

Quién Sabe

¿Te importa mucho que Dios exista?

¿te importa que una nebulosa te dibuje el destino?

¿que tus oraciones carezcan de interlocutor?

¿que el gran hacedor pueda ser el gran injusto?

¿que los torturadores puedan ser hijos de Dios?

¿que haya que amar a Dios sobre todas las cosas

y no sobre todos los prójimos y prójimas?

¿Has pensado que amar al Dios intangible

suele producir un tangible sufrimiento

y que amar a un palpable cuerpo de muchacha

produce en cambio un placer casi infinito?

¿acaso creer en Dios te borra del humano placer?

¿habrá Dios sentido placer al crear a Eva?

¿habrá Adán sentido placer cuando inventó a Dios?

¿acaso Dios te ayuda cuando tu cuerpo sufre,

o no es ni siquiera una confiable anestesia?

¿te importa mucho que Dios exista? ¿o no?

¿su no existencia sería para ti una catástrofe

más terrible que la muerte pura y dura?

¿te importará si te enteras que Dios existe

pero está inmerso en el centro de la nada?

¿te importará que desde el centro de la nada

se ignore todo y en consecuencia nada cuente?

¿te importaría la presunción

de que si bien tú existes

Dios quién sabe?.



domingo, 17 de febrero de 2008

Elipsis

Yo tengo lo que ellos no. Ellos tienen lo que yo no.
Yo tengo la duda, ellos la certeza.
Yo tengo la certeza, ellos la creencia.
Yo tengo las pruebas, ellos la fe.
Yo tengo la evidencia, ellos la devoción.
Yo tengo la ciencia, ellos la teología.
Yo tengo el valor, ellos el consuelo.
Yo tengo esta vida, ellos la que vendrá.
Yo tengo el milagro de la vida, ellos el milagro sobrenatural.
Yo tengo lo que tengo, ellos no.


Escritor - Permanente
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martes, 12 de febrero de 2008

¿Falló la infalibilidad?

Alfonso Romero Hernández
Escritor - Permanente

Con motivo del comienzo de lo que el cristianismo en su versión romana llama cuaresma el jefe de los católicos se refirió al infierno en los siguientes términos: "el infierno, del que se habla poco en estos tiempos, existe y es eterno..."

Tal concepto que nos hace pensar en que el infierno es un lugar físico ubicado en algún misterioso lugar de la nada, se contradice con lo dicho por el antecesor de Ratzinger, el polaco Wojtyla quien a finales de los noventa afirmó: "...el infierno no es un lugar, sino la situación de quien se aparta de dios.."

Como la teología no es ni con mucho una ciencia exacta es comprensible que uno diga una cosa y otro otra. ¿Han oído las "explicaciones" que algunos iluminados dan respecto del áura y cosas así? pues lo mismo. Que si verde, que si amarilla etc,. Al final de cuentas y recordando al enorme poeta latino Dante, esto no es más que una comedia, con pretensiones de divina, pero comedia al fin.


viernes, 8 de febrero de 2008

EN EL CALLEJÓN DE LA CONDESA

Mario Sánchez
Escritor - Colaborador


Jesús vacila, busca el camino por donde

ha de llevar las palabras y lo que le sale
no es la larga explicación necesaria,
sino una frase para ganar tiempo,
si es que no resulta más exacto decir perderlo.
José Saramago

Eran las dos y media de la tarde cuando estaba parado en la esquina de Tacuba y Eje Central. El sol caía de lleno sobre el pavimento y el techo de los edificios. Las sombras se proyectaban a lo largo de la calle y hacían un juego simétrico de claros y oscuros. Debía ver a un amigo, a las tres, en el restaurante de esa esquina. Me encaminé hacia la Plaza Manuel Tolsá, encendí un cigarro y el humo fue a confundirse con el olor a incienso que salía de los puestos ambulantes a un costado de El Caballito. Miré el pasar del mundo y, con la intención de entretener el tiempo, intenté hacer una historia de las primeras personas que pasaran y llamaran mi atención. Vi, entonces, una procesión de estudiantes uniformados. Para cruzar la calle se alinearon en la orilla de la banqueta alrededor de veinte niños vestidos con pantalón o falda gris y suéter verde. Iban tomados de la mano por parejas conformadas por sexos opuestos. “Juan, cuidado, no te sueltes de tu compañera”, gritó una maestra, y el niño avergonzado lo único que deseaba era soltarse, porque quien iba a su lado le había dicho “qué asco, te sudan las manos”, pero lo que ella no sabía es que al niño sólo le sudaba esa mano de la cual iba tomada, porque ella era la causa de la mano húmeda, de los pasos torpes, del ensueño nervioso, porque lo obligaron a tomarse de la mano de esa niña, la que le gustaba desde hace mucho tiempo y a la cual nunca se hubiese atrevido a acercársele. Esta pequeña historia de amor infantil habría podido ser real, pero la inventé simplemente para presionar los veinte minutos que aún faltaban. Sin embargo, poco tiempo después me percaté de que las cosas no se buscan ni se inventan, las grandes historias llegan solas.

Crucé la acera junto con la bandada de niños y fui a meterme al Callejón de la Condesa. De un lado y de otro se extendían grandes hileras de libros, en el suelo o sobre mesas bajas. Había desde libros de recortes para niños hasta ediciones empastadas en cuero de enciclopedias viejísimas. Inicié por la derecha buscando algo, nada en particular sino cualquiera que pudiera interesarme, y en esa búsqueda encontré algo que no tenía que ver con letras impresas.

Una pareja de adultos, que también habían decidido iniciar por el lado derecho del callejón, muy cerca de mí, se inclinaban para mirar. Se pararon a mí lado y en ese momento sentí que algo bajo pasó y rozó el costado de mi pierna. Volví la mirada hacia la izquierda y hacia abajo. Era un niño que estaba entre los cinco y los siete años. “Mira ése, ¿ya lo leíste?, está muy bueno”, dijo la mujer con cierto tono soberbio, y el hombre que la acompañaba asintió con un movimiento de cabeza. La mujer repitió la operación varias veces y el hombre, ya sin mirar lo que ella señalaba, afirmaba con un sí casi imperceptible o con un gesto o con el mismo movimiento que en un principio. Me percaté entonces de que él no era el padre del niño, que ella era madre soltera e intentaba iniciar una nueva relación con un hombre complaciente. Pero el niño no quería quedarse atrás, debía demostrar que él también sabía leer. Entonces se inclinaba, esforzaba la mirada e iba deletreando los títulos como quien camina en el bosque buscando las huellas de un animal en un camino cubierto por las hojas. Se quedó en un libro que tenía el título en letras doradas. El-ar-te-de-la-gue-rra, dijo el niño y volvió la mirada hacia su madre para que ella ratificara que había leído bien o lo corrigiera en caso contrario. Sí, El Arte de la Guerra, confirmó la mujer. Pero cómo el arte de la guerra, dijo el niño. La madre lo ignoró obviando, a la vez que trataba de disimular, que ese libro no lo había leído. Por qué se hace la guerra, mamá, preguntó el niño sin quitar los ojos del libro. La madre trató de explicar que se trataba de países que entraban en conflicto y entonces iniciaban una pelea y que era algo muy malo porque moría mucha gente. Por supuesto, sin acercarse en lo más mínimo a la respuesta del por qué. El niño, insatisfecho, sabía que como tantas otras veces su madre se trabaría en una serie de circunloquios que nunca contestarían nada.

Y por qué diosito inventó la guerra, sentenció el niño. Y a mí se me encresparon los nervios, porque los circunloquios, los eufemismos, toda la perífrasis del mundo no le alcanzaría para llegar siquiera a tocar con la punta de los dedos una respuesta plausible. Esa no la inventó dios, dijo la madre con ese tono que tienen ellas para poner un alto a la conversación. Pero dios inventó todo, se aferró el niño. Pero eso es cosa de los hombres malos, resolvió la mujer. A los hombres también los hizo dios, concluyó el niño. ¡Mira!, dijo la mujer y señaló un libro que en la portada tenía dibujos de caricaturas.

El niño, me atrevería a afirmar, se quedó con un hueco que su madre no pudo llenar o que llenó de aire en lugar de ocuparlo con una respuesta lógica. ¿Cómo llenar ese hueco primordial de un niño que pregunta porque busca las razones de lo que hay en el mundo? Esta madre eligió el aire; ese aire con el que se llenan los huecos de la razón y al cual se le ha nombrado: dios.

Los vi alejarse, la madre tomó al niño de la mano y recorrieron todo el callejón, quería seguirlos para continuar contando esta gran historia que se me apareció de la nada. La cabeza se me llenó de cosas, cuál era la enseñanza de esto, qué me habría dejado, cómo desmenuzarlo y plantearlo aquí. Finalmente, decidí dejarlo así, como una gran anécdota, pues ante los hechos contundentes no hay nada qué decir. Me callo, entonces.

Eran cinco para las tres, crucé la calle y entré al restaurante.



miércoles, 6 de febrero de 2008

Libros Compartidos - Inquisición y sociedad en México, 1571-1700


El pasado lunes 4 de este mes en nuestra entrada “Poder y Gloria” de nuestra sección Libros Compartidos, les comentábamos de dos libros sobre el encubrimiento, por el entonces lider del Vaticano Karol Wojtyla, de los lamentables actos del recién muerto Marcial Maciel. En esta publicación una de nuestras lectoras recurrentes: “Lila” nos preguntaba sobre un libro referente a las atrocidades cometidas por la iglesia católica en la época de la conquista que recordaba era del Fondo de Cultura Económica.

Hay un libro publicado por el Fondo de Cultura sobre este tema titulado Inquisición y sociedad en México, 1571-1700 escrito por Solange Alberro, doctora en historia de la sociedad colonial novohispana, la autora compiló documentación de México, Estados Unidos y España sobre el llamado “Santo Oficio”, la relación con la sociedad, el poder y la importancia de este organismo en la Nueva España.


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martes, 5 de febrero de 2008

¿Ciencia = Raciocinio?


Se tiende a pensar en la ciencia como el máximo de raciocinio por ser precisamente ésta la que busca un conocimiento confiable y demostrable del mundo basándose en argumentos teóricos y un estricto control de pruebas. Vemos que una gran parte de los científicos son ateos o bien indiferentes a la religión, como por ejemplo Stephen Hawking, Carl Sagan, Richard Dawkins, etc. Pero también los hay creyentes y muy importantes como por ejemplo el judío Albert Einstein (aunque se especula que tenía conflictos ideológicos por sus tendencias “ateas”) o el padre de la física Isaac Newton que ciertamente era religioso.

Incluso muchos científicos han tratado de combinar la teología con la ciencia, generando ramas como la neuroteología, o el Observatorio Astronómico Vaticano, un observaorio que se dedica a buscar a dios por toda la galaxia, y con esto tratar de demostrar un orden divino del universo, tema que es fácilmente descartado por la teoría del orden del caos, que es el darle orden a lo que no lo tiene, y de esta forma pensar que nuestra galaxia y sus componentes se basan en el sistema de proporción áurea, que también se puede encontrar en plantas y formaciones aleatorias.

Matemáticos como Eliahu Rips profesor de la Universidad Hebrea de Jerusalén, han logrado acomodar matemáticamente las escrituras de la Torá judía o el Pentateuco cristiano, para encontrar en éste “mensajes” ocultos y profecías en un “código secreto de la Biblia”, resultado perfectamente fácil de obtener en cualquier libro (demostrado así por el matemático australiano Brendan Mackay, que encontró “profecías” en el libro de Moby Dick, o el biólogo Richard Dawking que las encontró en una secuencia de letras aleatorias generadas por computadora), pues en CualquIer sEcueNCIA de Letras pOdemos enContrAr palabras ocultas.

El Fin del Mundo según Isaac Newton

Isaac Newton también buscaba un mensaje secreto en la biblia cristiana, que no pudo encontrar, y al igual que Leonardo da Vinci exploró en la alquimia, pero es exactamente Isaac Newton el más interesado en la Biblia cristiana y el que buscaba mensajes en ella de una manera casi fanática, pues una reciente exposición llevada a cabo precisamente en la antes mencionada Universidad Hebrea de Jerusalén se exhibieron unos documentos inéditos “Los secretos de Newton” fechados en el 1704, en los que este científico inglés calcula basándose en el libro de Daniel (del antiguo testamento cristiano) y libro deuterocanónico judío, el fin de los tiempos, y según él para el fin del mundo pasarían 1,260 años a partir de la refundación de Carlomagno en el año 800 del “Santo Imperio Romano”, dando por resultado el año 2060, por lo tanto nos quedan sólo 52 años para nuestra condena infinita en el infierno por nuestra decisión de ser ateos.


lunes, 4 de febrero de 2008

Poder y Gloria - Libros Compartidos

A raíz del la muerte del fundador de los legionarios de Cristo y amigo personal del también desaparecido Karol Wojtyla es oportuno revisar dos publicaciones que documentan puntualmente los abusos sexuales al interior de la iglesia católica y su permanente encubrimiento por parte del llamado papa. "El poder y la Gloria" del periodista David Yallop donde queda al descubierto la admiración que en el papa polaco despertó la labor de Maciel a favor de la iglesia y las facilidades que gestionó con el gobierno mexicano para la primera visita de Wojtyla a finales de los setentas, admiración que el polaco demostró protegiendo a Maciel a pesar de denuncias documentadas, escritas y expresas que conoció e ignoró.

La otra, "Marcial Maciel. Los legionarios de Cristo. Testimonios y documentos inéditos." donde también con acuciocidad y puntualidad se documentan los abusos sexuales que Maciel cometió desde sus más tempranos años como seminarista y la forma como se avasalló a las víctimas para que guardaran silencio.


Alfonso Romero Hernández
Escritor - Permanente