Moderador
La idea de la alquimia ha estado presente en la mente de la humanidad desde que ésta surgió. La capacidad del ser humano de manipular su entorno lo ha llevado a querer transformarlo radicalmente, tomar una piedra amorfa y transformarla en un martillo, tomar un poco de átomos de carbono, manipularlos y obtener una masilla flexible con la que podemos moldear todo lo que seamos capaces de imaginar. Así como esta idea de transmutar los materiales del entorno, también es usual el pensamiento en la vida eterna, o por lo menos de prolongarla lo más posible, asimismo los homínidos han descubierto que esta materia del entorno y otros animales pueden ayudarlo a prolongar su vida, mejorarla o curarla.
En la antigua China la alquimia Taoísta dio los principios del Feng Shui, el Tai Chi Chuan, el Kung Fu y la pólvora, en la India, un alquimista persa escribió el Vaishashik Darshana de Kanada (sobre el 600 a. C.) que describía una teoría atómica un siglo antes que Demócrito. En el Antiguo Egipto hace aproximadamente 4,500 años al gran faraón Jufu (mejor conocido como Keops) después de producir la primer revolución social de la historia, escribió el primer tratado de alquimia, pero la alquimia estaba presente en Egipto desde antes de este soberano, por ejemplo con la creación del papiro o el yeso que se dio en el 4,000 antes de nuestra era; con esto nos damos cuenta de lo antigua e importante de la alquimia en el mundo antiguo, que se dice la inventó el altísimo, excelso y magno ternario Dios Tot, dios de la sabiduría, la escritura y la música, también llamado Hermes-Tot, mejor conocido por los griegos como Hermes Trimegisto que escribió (según dicen) cuarenta y dos libros del saber que fundarían los asientos de la filosofía hermética, que es la base de la alquimia en Grecia. Un concepto alquímico importante creado en Grecia fue la teoría de las cuatro raíces ideada por Empédocles y desarrollada después por Aristóteles que decía que todas las cosas del universo estaban formadas por sólo cuatro elementos: Tierra, Aire, Agua y Fuego. Toda esta filosofía egipcia y griega llegó más tarde a los Romanos creándose el culto del hermetismo y sumergiendo a la alquimia en el misticismo, que con la aparición del cristianismo y Agustín de Hipona, la sociedad comenzó a percibir a la alquimia como contraria a dios, idea que duraría hasta la edad medieval. Pero mientras los medievales ignoraban formalmente a la alquimia los islámicos continuaron con su estudio, formando la técnica de destilación, una sedición química, la piedra filosofal y la idea de convertir los metales en oro, ideas que perdurarían e incluso definirían a la alquimia en los años posteriores, los musulmanes ahondaron tanto en la alquimia que gracias a ellos conservamos los textos más antiguos de este arte, sin olvidar que la palabra alquimia viene del árabe الخيمياء (al-khimia).
Pero volvamos a la Europa medieval. Un alquimista, Gerberto de Aurillac llevó el conocimiento islámico desde España a la Europa medieval, luego se convirtió en el Papa Silvestre II, dándole a la Alquimia bastante aceptación y más apertura a los principios agustinianos, es aquí cuando aparece San Anselmo que sugirió que la fe y la razón podían ser compatibles, luego Pedro Abelardo continuó el trabajo de Anselmo preparando al cristianismo a los conceptos aristotélicos, más adelante, Robert Grosseteste (1170 – 1253) que extendiendo los análisis de Abelardo pudo hacer compaginar el pensamiento platónico con el aristotélico, además de ser un precursor del método científico. Una vez que los cristianos medievales conocían los trabajos aristotélicos surgen personajes como Alberto Magno y Tomás de Aquino quienes filosofando llegaron a la conclusión de que el razonamiento lógico era la única vía para el conocimiento universal y por ende no podía oponerse a dios, todos estos pensamientos alquímicos en la Edad Media hicieron posible que personas como Roger Bacon quien dedicara su vida al estudio alquímico generara también la ciencia experimental, fue el más importante alquimista medieval, sus ideas llegaron hasta el siglo XIII haciendo de la alquimia un sistema bastante estructurado, y comenzó la búsqueda de la piedra filosofal, la vida eterna, que por supuesto chocaba con las ideas cristianas, los alquimistas regresaron a las teorías de Hermes respecto al macrocosmos-microcosmos, haciéndolos pensar que los mismos procesos que afectaban a los minerales también podían afectar al ser humano, todo este conocimiento tan valioso era encriptado con la intensión de salvaguardarlo. Pero más adelante en el siglo XIV llegó un gran retroceso para la razón y la lógica alquímica (de nuevo), con el papa Juan XXII quien prohibiera toda práctica alquímica, pues creía que sólo mediante la fe se podía alcanzar a dios y no mediante la razón, la alquimia de nuevo se vio envuelta en el ocultismo haciendo que nuevos alquimistas estuvieran más interesados en encontrar la piedra filosofal y convertir el plomo en oro, que el conocimiento universal, además de que si antes eran crípticos los escritos alquímicos, ahora eran ambiguos y cargados de simbolismo, los alquimistas de la baja Edad Media ahora eran vistos como magos y hechiceros contrarios a dios por razones humanas egoístas, la alquimia ya no era una filosofía hermética, ahora era una magia ocultista.
Más adelante surge el Renacimiento, aunque los alquimistas eran mejor conocidos como charlatanes ilusionistas que convertían monedas de plata en monedas de oro, pero de repente, cuando todos creían a la alquimia perdida en tanta locuacidad, surge un médico y astrólogo suizo llamado Teofrasto Paracelso, que realmente había podido resguardar la vida y transmutar el plomo en oro, pero no con magia, sino con experimentación y observación, mantuvo la filosofía hermética de la alquimia pero la despojó del gnosticismo, incluso menospreció a todo aquél que se decía mago, Paracelso siempre mantuvo que la alquimia debía mantener el equilibro humano mediante minerales y remedios químicos. En Inglaterra también estaba John Dee, un astrólogo y consultor científico de la reina Isabel I y experto en Roger Bacon y en Polonia se encontraba Miguel Sendivogius, que era filósofo, médico y uno de los fundadores de la química, quien además lograra destilar oxígeno ciento setenta años antes que Scheele y Priestley, pensando que el gas resultante era el elixir de la vida (y con toda razón). En esta misma época, el Renacimiento, se encuentra en Praga otro alquimista, el Astrónomo Tycho Brahe, quien escribió las Tablas Rodolfinas, en las que publicó las leyes sobre el movimiento de los astros y que le confiara a Kepler los resultados de décadas de estudio. La alquimia de nuevo se encontraba en los oteros, pero ahora con un método científico, finalmente la alquimia estableció las bases de la medicina moderna y la química, dando como resultado nuevos alquimistas como Isaac Newton o Albert Einstein, pero que ahora eran llamados científicos. Así cuando la alquimia había cambiado de nombre quedaron de nuevo sólo los charlatanes, que preferían seguir llamándose alquimistas.
3 comentarios:
Interesante tema. A ver si publican más seguido.
Muy agradable este artículo, y ... Sherlock abrió su cajón secreto y contempló largamente una piedra que había encontrado en Egipto. La llevó hacia la lamparita que usaba para sus experimentos de química y limó unos trocitos. Los colocó cuidadosamente en un vidrio de reloj y los calentó con el mechero de Bunsen.
Al poco rato se habían licuado estas limaduras y apareció un líquido espeso y marrón, un olor desagradable invadió la atmósfera del pequeño laboratorio.
El singular detective olfateó largamente el producto del proceso de fundición y sus ojos se inyectaron...soltó el vidrio y calló al suelo quedando inconsciente.
-Sherlock? está usted bien? -dijo el Dr. Watson que se había levantado de su poltrona y se dirigió al laboratorio.
Tirado aun estaba el espigado detective, pero se recuperó y exclamó con una sonrisa.
-Elemental Watson, aspirar este mineral causa desmayos.
Sí, a ver si ya pubilcan más seguido.
Publicar un comentario