versión móvil

jueves, 2 de septiembre de 2010

Adiós

¿Cómo creer en dios alguno cuando la inteligencia comprometida muere y los que en su nombre, el de dios, lucran ahí siguen?.

Columna de Germán Dehesa publicada por el periódico Reforma el 31 de  julio de 2009


Bienaventurados sean los que alcancen a leer mi respuesta a Santiago Creel, porque su vida será larga y fructífera.
Bienaventurados los que entienden que basta con nombrar a una cosa para que ésta ya sea otra cosa.
Bienaventurados sean los que viven amorosamente cerca de las mujeres que es como vivir en las orillas del mar de la sabiduría.
Bienaventurados los valientes que salen al encuentro de la vida porque serán parte de la ola y no de las rocas.
Bienaventurados los que aceptan nuestra soledad esencial porque ellos recibirán consuelo y compañía.
Bienaventurados los que entienden que, mientras vivan, todos los tiempos serán sus tiempos.
Bienaventurados los que aceptan que el amor tiene también un rostro terrible.
Bienaventurados los que pueden enamorarse de todo, de un periódico viejo o de un poema.
Bienaventurados sean los que no le pesan a su prójimo porque ellos serán convidados a todas las fiestas.
Bienaventurados sean esos seres livianos que nos alivian de tantos pesados como hay en el mundo.
Bienaventurados sean los que se apasionan por alguien o por algo porque su vida dará frutos.
Bienaventurados los chaparros que han recibido su dosis justa de horizonte.
Bienaventurados los patriotas porque ellos aman la parcela de humanidad que les correspondió.
Bienaventurados los gozadores porque ellos saben que, para cuando llegue la desgracia, ellos tendrán grandes reservas probadas de felicidad.
Bienaventurados los inteligentes que hablan y piensan por nosotros.
Bienaventurados los que sonríen cuando llegan las lluvias, pues ellos saben que nos ha sido concedido un nuevo bautizo.
Bienaventurados los que gobiernan con justicia y democracia pues saben que están haciendo el mejor de los servicios para provocar y mantener la concordia entre los hombres.
Bienaventurados los que no han leído nada, pero viven siempre con los sentidos dispuestos para oír las voces y la voz del mundo.
Bienaventurados los que leen y entienden que no están adquiriendo un instrumento de poder, sino que están recibiendo una dicha más para compartir con su prójimo.
Bienaventurados los que ya han descubierto las falacias del yo, del tú, del él y se disponen a declarar al "nosotros" como el único pronombre digno de los humanos.
Bienaventurada sea la enorme diversidad de los humanos pues es la prueba palpable de que Dios tiene infinitos rostros.
Bienaventurados los que profesan el amor por las palabras, pues bien saben que no hay una sola de ellas que no pueda ser mágica y sagrada.
Bienaventurados los que imaginan y sueñan pues ellos son los que le ayudan a Dios a completar la creación y la redondez del mundo.
Bienaventurados los que conservan su capacidad de descubrir cotidianamente las novedades del mundo y de los cielos.
Bienaventuradas sean las parejas que perseveran en el amor y que no ignoran que aun la costumbre es una humilde faceta de ese amor.
Bienaventurados sean los que comen fruta y pueden extasiarse con un mango o con un chico zapote que son vocablos de un lenguaje inefable.
Bienaventurados sean los que viven y mueren por amor a la justicia porque ellos son la honra de la humanidad.
Bienaventurados los que gustan de los parques, lugares propicios para el amor y para el verde reposo más disfrutables todavía cuando se entiende que los parques no son de nadie, sino el reunido amor de todos.
Bienaventurado sea el arroz con chicharitos que es la sonriente cara de alguna bonachona deidad oriental.
Bienaventurados los que ya entendieron que en nuestro sino está el caer, pero que el acto de levantarse es un monumento a la dignidad humana.
Bienaventurados sean mis lectores por concederme la gracia de hacerme caso cotidianamente y por aceptar con denuedo que HOY TOCA.




No hay comentarios.: